de Mateo Fernández
Teniendo miedo de morir, como siempre , tomó la pava en sus manospara hacerse un rico Nesquik.Encendió frescamente el portarretratos y cambió la imagen pegadaen su heladera naranja.Durmiose y limpiose, fregose y cantose un vals del MejicanoLuis Macaco Pavarotti, su mejor baterista, en cuanto a cine se tratara.Pero el día estaba hermoso y radiante y el Nesquik del día anteriorya estaba pasado...Pudo llamar a su mujer, tranquilamentePero entonces ya no habría motivos, al menos aparentes, de volvera pintar su heladera.Y la pava ya estaba lista para servir.Cuando la francesa apareció con su escote floreado, humedeciósus ojos de tal forma que solo pudo frotarse la pava por el pecho,intentando aliviar el dolor, que sabía bien a damasco pasado....y si bien la Francesa lo notó, besó sus tímidos labios una vez másdándole el coraje necesariopara morir otra vez....
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