de Facundo Martinez
Se supone que tenemos dos maneras
de vivir, ver todo como una superposición de colores que se ausenta a la vez, o
mirar las cosas con un color particular cada una de ellas.
A mi, por lo general, estos
puntos de vista me resultan aburridos, ver todo en blanco y negro me cansa y
termino por ser un gris constante que solo se despierta para contar el tiempo
que falta para acostarme de nuevo. Pero ver las cosas policromaticamente
alcanza para agobiarme del mundo, pierdo la nitidez del paisaje y de repente
todo es un lavarropas donde todo se tiñe de todo, y difícilmente algo se define
como si nada.
Para ser honesto, me harta
bastante saber que nos acostumbramos a creer que solo existe esta visión
binaria, donde Blanco y Negro valen Cero, o todos los colores deben ser Uno.
Por si no se dieron cuenta, podemos unificar todo eso. Por si no se dieron
cuenta, si dibujas un Uno y lo guardas dentro de un Cero, vas a obtener un ojo,
y ese es el modo correcto de ver las cosas.
A veces alcanza con cerrar los
parpados durante un instante para darse cuenta que no sirve de nada parpadear
tanto si no entendés que después de tanto tiempo las pestañas de abajo siguen
enamorando a las pestañas de arriba, que juntarlas genera un carnaval de
estrellas en nuestra cabeza.
A veces solo depende de uno mismo
que las cosas cambien, consiste en dejar que el frío empañe un poco nuestra
ventana para poder dibujar un sol en ella, requiere de mirar al mundo en
diferentes tonos de grises y empezar a otorgar a cada cosa un color, nunca al
revés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario