miércoles, 19 de marzo de 2014

EL FILO DE TODOS LOS MESES

de José Lombardo

Siento el frío acero pasando cerca de mi oreja, pero me mantengo firme en mi posición. Las cuchillas afiladas como dientes vibrando sobre mi cuello me estremecen. La navaja pasa rasante y las tijeras muerden veloces, desafiando mi integridad. Un viento huracanado y caliente azota mis ojos, pero este no logra desconcentrarme. Finalizando la proeza, un polvo blanco como la nieve golpea mi rostro. Mi enemigo termina satisfecho con su labor y yo estoy agradecido de haber sobrevivido otra vez.

Salgo por la puerta que entré, sabiendo que en el mes próximo tendré que volver a cortarme el pelo.

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