de Facundo Martinez
como puede que sean mis palabras
exigiendo problemas y delirio.
El caso es que,
tratando de resolver la incógnita
de despertarme en un abrazo detrás de la misma espalda siempre,
supe que no volvería a tomar café
ni sentir la emoción de la primera vez,
que no iba a ganar la guerra en
otro cuerpo,
que tengo que aprender a vivir
con la incertidumbre
de no saber si estaría mejor
fumando las mentiras de otros labios.
Así,
uno ejecuta el derecho de
admisión en la lujuria,
y ya nada tiene sentido.
No sé,
las palabras siguen exigiendo
problemas y delirios,
dolor para escribirse.
Y así muere un poeta.
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