de Rodrigo Fiorín
El
hombrecito más chiquito del mundo está parado arriba de la mesa y sufre. No por
estar parado donde está sino porque nadie escucha sus gritos. Las navajas no lo
cortan, las sogas se resbalan en su ausente mentón y la más pequeña de las
pastillas lo sobrepasa.
El
hombrecito más chiquito del mundo no puede ir al zoológico. Lo ha intentado más
de una vez y no lo disfruta. Tantos ruidos de tantas vidas diferentes lo ponen
de mal humor. Los seres que son tan chiquitos como él andan libres, de a miles,
en complejas sociedades. Más de un suspiro se le ha escapado mirándolos desde
lejos.
El
hombrecito más chiquito del mundo estuvo enamorado de una mujeruna vez. Las
suelas de sus zapatos eran rojas y su voz se oía melodiosa, quizás un poco
afónica, pero definitivamente se oía. Trató de grítale su amor con todo el aire
que le permitían sus pulmones. Recobró la conciencia a los 45 minutos y la
mujer de las suelas rojas se había marchado hace mucho.
El
hombrecito más chiquito del mundo sueña con esconderse en un diente de león
para que alguien lo sople. También sueña con meterse por los agujeros de un
tomacorriente y tocar los extremos de un cable. Su peor pesadilla es irse por
el inodoro, o despertarse en un lugar oscuro y desconocido. Una vez, voló en
vaquita de San Antonio pero no le dijo a nadie lo que le había parecido. ¿A
quién se lo podría compartir?
El
hombrecito más chiquito del mundo añora no ser el hombrecito más chiquito del
mundo, o por lo menos no ser el único y que haya otros hombrecitos y mujercitas
en algún lugar del mundo cercano al suyo. Es una tarea harto difícil sobrevivir
en el mundo siendo único y lograr que nadie te pise.
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