de Matías Cajal
Atardece
en viento suave,
yo me resisto a prender
la luz.
Y como la costumbre
y la patria mandan
preparo el mate.
Mientras miro
el cielo,
que toma esos colores
donde recobramos
la conciencia
de lo inmeso,
que es alejada de nosotros
por las minucias de lo cotidano,
Mi ventana me deja verle un poquito
pero me reconforta y es suficiente,
y de a poco
me saco el peso
ese que nos hace creer que somos indispensables.
La oscuridad
aviva mi torpeza,
rebalso el mate,
pateo una zapatilla
me golpeo con un mueble.
Nada amable
es esta oscuridad lagartijosa
con mis extremidades.
Pero yo me resisto a prender
la luz,
si lo hago
apago el cielo.
Recupero mi conciencia
De hormiga
Me reubico geográficamente
en mi físico,
en mi espectro.
Acepto el rechazo
de los No,
y la inexperiencia
que acarreo,
la Boludes
que poseo.
No la acepto negativamente
sino
divertidamente;
porque
es la chispa
que prende la risa.
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