martes, 7 de octubre de 2014

Brevedad eterna

de Matías Cajal


Estoy despejado,
llovido en luz,
el tiempo no me existe
la velocidad
me come
e presente,
al que no logro adherirme,
presencia me exige
con un berrinche,
me mira tramposo,
con mentiras
y un bigote.

Mi pequeña-grandeza reside
en alejar la pereza,
en no ser presa
del reproche.
Pues que cada uno
se haga cargo
de su corazón che.

Que se me anochece
la felicidad
instantáneamente que la siento.
Que se me adormece
la tranquilidad encima
suspirando vencida.

Que me mecen
los vientos,
esparcen la ignorancia
de mis conocimientos.
Es que la abundancia
de un nuevo invento,
castra
el ronquido del aburrimiento.

Oponerme a este vendaval
no podre,
de salvarme
lo intentare,
de amargarme
antes, esperanzare.
Sentiré pensando
que hare,
partiré sabiendo
que regreso




Soportar la vida
con un corazón
La mente y los huesos,
abominable y monstruosa
a veces me come por completo,
con sus sorpresas
o cambios rápidos
tardo!
tardo!

pero me adapto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario