miércoles, 19 de marzo de 2014

EL NOMBRE DE LA CALAVERA

de José Lombardo

El gran arqueólogo Franz Shawman desenterró otra pieza del sitio de excavación, que parecía ser otro cráneo más. Lo limpio con mucha cautela con su cepillo y comenzó a observarlo detenidamente a la luz del intenso sol del desierto. Notó la desconcertante forma que tenía, casi hasta familiar. Sintió el impulso de tocarlo y analizar toda la superficie del casco óseo, mientras con la otra mano recorría su propio rostro. La posición y tamaño, los pómulos, la frente eran totalmente idénticos él, incluso tenía el colmillo superior derecho ligeramente partido al igual que el suyo. Giró la aterradora calavera y notó una marca en la parte trasera de la misma. El arqueólogo palideció al ver el nombre Franz Shawman, tallado en el endemoniado cráneo.

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