de El Cordo
La tarde que me dejaste, te me lleve una tristeza. La saque de tu habitación, en un descuido de tu parte. La elegí entre todas las que había, las que estaban a simple vista, las que estaban escondidas, también de las tristezas que ocultaban otras tristezas, para disimular.
Debo confesar, que no fue fácil elegir la tristeza que te me lleve. Había algunas muy pesadas, con mucho dolor acumulado, que no podía levantar. Encontré unas tristezas frágiles, hasta efímeras, que temía tocar y que se rompan en mis manos, preferí dejarte estas, para que un día te diviertas rompiendo tristezas. También había unas tristezas incomodas, que no podía ponerme en el bolsillo sin que te dieras cuenta de mi malestar. Escuche una tristeza, gritando desde una partitura que habías compuesto hace tiempo.
La tarde que me dejaste, observe todas tus tristezas. Vi tristezas renegridas, íntimas, rojas, sexuales, puntiagudas, rotas, camufladas, transparentes, llamativas, enmarcadas, vergonzosas, caras, pobres, vi también algunas viejas, con mucho polvo, puestas en álbumes de colección, con caras de tiempos pasados. Algunas eran nuevitas, brillantes, como si las pulieras con tu pañuelo. Había una tristeza en tu mesita de luz, que debe ser la primera que ves cuando te despertas sola a la noche. Una era con forma de tinta, pegada a una carta, marcando la página de un libro, que justamente explicaba otra tristeza. Presencie una tristeza tonta, tan ridícula, que la mayoría de las veces causa gracia. Había tristezas engañosas, que parecían de una manera, pero eran de otra. Vi una tristeza inexplicable, que tal vez ni vos sabias de donde era.
Y en un momento te descuidaste, secaste tus lagrimas, y aproveche y te me lleve una tristeza, salió directamente de tus ojos. Te me la lleve, porque decidí que ya tenias muchas, y evite que haya una más.
La tarde que me dejaste, te me lleve la tristeza de tener que dejarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario