viernes, 16 de mayo de 2014

CRÓNICAS DE LA ESCUELA - PARTE 2

de Roxana  D’Auro

Cuando portamos sólo el cuerpo, cuando no somos dueños de otra cosa más que de nosotros mismos, ahí , el cuerpo es nuestra carta de presentación. Por la necesidad de  ser identificados, reconocidos.
El cuerpo como un mapa que nos describe, que permite marcar el camino de nuestro recorrido.
El cuerpo con huellas.
El recuerdo como un daguerrotipo sobre la carne.
¿Por qué no queda grabada sobre la piel la caricia, el abrazo? ¿Cómo es que no se ven modificados los labios por los besos? En cambio el golpe deja el moretón, el rasguño, la herida, la cicatriz, la llaga, la ampolla, la cáscara, la escara. Concentran las magulladuras  el llanto reprimido  y se pudren las lágrimas ahogadas adentro de un grito.

Hoy me presenté en una nueva escuela
Cuando hago esto sólo digo mi nombre y trato de pasar  lo más inadvertida posible  dentro de la cruel vulnerabilidad  a la que se enfrenta el profesor sólo frente al grupo que lo acecha  por debajo de las gorritas, por detrás de los celulares. Una banda de encapuchados que sospechan del adulto.  Y yo, pensando cómo invisibilizarme .
Uno de mis nuevos alumnos se acercó a presentarse. No dijo su nombre
Arrancó:
Mirá profe acá en la frente tengo un serruchazo . Mi viejo tiró el serrucho a la mierda y me lo dio.
Y acá en el ojo me clavé un fierro, ¿ves? ¿ves?
Me clavé otro acá en la planta del pie, andando descalzo con los guachos .
Y acá en la pierna  me quemé con el caño de escape de la moto, ando igual ahora, eh! ,ando igual.
En la cabeza si te fijás bien se ve la cicatriz ,  me pegó con un palo  el gato del Yoni, ¿te acordas vos Kevin?
Dicho esto se sentó.
Sentí que fue honesto conmigo, que en realidad ésas eran sus cartas de presentación.
No hizo nada en toda la clase y yo, debo confesar que me sentí…bastante…inútil.

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