viernes, 16 de mayo de 2014

FARFALLA

de Diego Towers

Muchas veces mis papás se deleitan contando una de sus anécdotas favoritas de cuando vivíamos en Italia, donde nací y viví hasta los cinco años. La anécdota es así: Resulta que cuando yo era chiquito, además de chiquito, era charlatán. Y hablabla mucho y más. Sin embargo, a la mayoría de las palabras las decía con algunos errores y particularmente "farfalla" (mariposa en italiano) era una de mis favoritas. Mis papás me pedían que diga en perfecto italiano "Farfalla". Con mi mejor sonrisa repetía: Fafalla! (sin la odiada r). Entonces mis padres volvían a la carga y decian: "No Dieguito, no se dice fafalla, se dice Farrrrfalla" haciendo mucho incapié en la r. Entonces yo, en un esfuerzo rotundo de pronunciación les hacia caso y con mis hermosos rulos adelante de mis cachetes decía sin cuidado y practicando un hermoso spray de baba: "Faffffffffffffaalaa".

Mis papás pueden estar hablando horas y horas de mis primeros cinco años en Italia. De aquella vez cuando me metí adentro del horno a comer los fideos, de cuando me cai de la sillita y me cosieron la nariz, de cuando me puse a ayudar a mi papá a lijar la puerta de un auto recién recién pintada, del fucile, ...

De mis primeros cinco años yo no hablo. Claro, no siempre es fácil explicar qué te acordás de cuando sos tan chiquito. Cuáles de esas cosas son verdaderos recuerdos y cuáles se deben a cosas que te contaron tus papás. Tampoco sabés si no se te mezclan con las fotos que viste durante tantos años después. Que se yo... es tan raro todo eso.

De mis primeros cinco años tengo cosas. Muchas. Tengo el olor a las aceitunas. Tengo corridas en el pasillo de mi primera casa. Tengo las ganas de abrir los huevos de pascuas antes del domingo. Tengo el miedo de jugar al cuarto oscuro en la segunda casa donde vivimos. Tengo la alegría de subirme a la silla del comedor y cantar las canciones que me sabia a medias: eso era hacer la recita. Tengo el placer de saborear las cerezas recién arrancadas o comer las arvejas de la planta. Tengo el vértigo por mirar el río al lado del convento de San Francesco di Paola. Tengo el frío de mojarme los pies en la orilla del mar, justito donde desembocaba el fiumefreddo. Tengo muchas cosas de mis primeros cinco años.

De mis primeros cinco años tengo ganas. Muchas también. De volver a sentir ese aire en la montaña. De bajar por los senderos que separan una calle arriba de otra. De ver mi primer casa donde me golpeé la cabeza jugando en el pasillo, donde armamos la pista de autitos, donde estaba la estufa a hogar. De ir a la segunda casa, abajo de la iglesia de Don Sergio, donde quería arreglar la bicicleta, donde jugaba con mi camión. De volver al jardín de infantes donde me corte la cara. De ver la escalera por donde tiraba el triciclo para ir a jugar al lado de mi papá. De estar en la puerta del taller de mi viejo. De entrar en la casa de mis bisabuelos. De comprar algo en lo de Santino.

De volver tengo la alegría. La alegría de volver después de 25 años. Y cuando la alegría es tan grande sobre algo tan importante primero viene la emoción. Pero de las lindas, las que dan ganas de compartir y no sabes como. En Junio vuelvo a mi querido pueblo, el de las cerezas, el de los olores, el de los primeros pasos, el de los recuerdos y anécdotas. En Junio vuelvo a Italia, vuelvo a San Biase.

Vuelvo por un rato nomás. A terminar de traerme ese cachito de vida que anda por ahí dando vueltas.


La verdad no sé como será el reencuentro. Si va a estar serio, si va a estar viejo o triste o si lo voy a encontrar cambiado ... la verdad no lo sé. ... Pero si en una de esas no me reconoce, junto aire y le digo con todas mis ganas FAFFFFALLAA y nos damos un abrazo.

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