miércoles, 30 de julio de 2014

La Turca

de Roxana D’Auro

La Turca es puta desde que tiene memoria. Conoce el oficio, los sinsabores, las trampas, los  cafiolos, los códigos, la calle y la cana. No es turca, si es de Berazategui, del Barrio Pepsi, pero se ganó el apodo por su pelo azabache y sus ojos profundos, negros, de devorarse todas las noches. Se diferencia  del resto: platinadas, rubias mal teñidas de pelambre amarilla como la paja. .Y por el tamaño también. Está en el medio, entre las putas y los travestis. La Turca es contundente. Pantorrillas de enfermera  de tanto andar las veredas y los brazos con polenta. Cuentan que  una vez la vieron trompear a un gil .Un pendejo que la bardeó para hacerse el canchero con los pibes de la barra.  La Turca se le fue al humo  y le clavó un derechazo  que lo dejó hecho un osito panda por una semana.
-A los pibes hay que enseñarles códigos, se justificaba después, fumándose un cigarro  atrás del otro. Nunca tenía encendedor,  con la brasa del que estaba muriendo, encendía el siguiente.
-Una cosa es que sea puta  y otra que me maltraten.
-Este es un trabajo como cualquier otro.
-Es más, soy  una necesida’ de la socieda’.
-Si yo no existiera ya le hubieran roto el culo al chetito ese,  con  todos los degenerados que andan calientes por la calle hoy  día.
Era una tipa de ley. Laburanta como ninguna y  buena compañera., hasta de los trabas,que siempre están  en trifulcas. Ella los comprendía. Una vez, cuando se agarró una peste y no pudo trabajar por meses que todo ahí abajo le ardía y le supuraba, se ganó la vida aguantando a un par en su casucha. Repartían los gastos y la Turca terminó  siendo  madre, consejera  y enfermera.  Fue cuando “Lola” apareció con eso  inyectado en las nalgas, qué necesidad, qué  porquería, si se la van a meter igual, si cuando están calientes nada les importa. Pero no , la “Lola” quería tener un culo espacial  y se fue a inyectar aceite de avión, silicona de auto o no se sabe qué mierda, fue   a lo de un hijo de puta  que  los estafaba por ahí, por la Calchaquí. La cuestión es que no le avisaron que tenía que dormir con el traste  para arriba para que eso no se le aplaste y cuando fue al baño y se sentó a cagar  , le quedó la marca de la tabla  , pobrecita, pobrecito , parecía un culo de plastilina lo que tenía   y lo que lloraba y después le agarró la fiebre , altísima,   que casi se le muere ahí en la casucha a la Turca y no lo podía llevar al hospital ni a la salita porque había andado metido en un tema pesado de merca , siempre en quilombos esos putos . La Turca no era muy merquera, se cuidaba bastante de eso, unas líneas nomás, capaz una vez a la semana  o los fines de semana de mucho laburo,  para rendir, para aguantar, para no sentir. Había visto cada pibitas hechas mierda por meterse tanta cosa, reventadas de pincharse. Ella no curtía eso. Tampoco le iba el maltrato,   ni la explotación. Entendía bien las reglas del juego, las reglas de la calle, de la yuta, sabía que necesitaba un cafiolo que la proteja , pero nada más que eso, que se llevara su parte, pero no todo, y que no fuera el mismo que le vendiera merca, fundamental. Por eso con “el Perro” se entendía bien , hacía años que laburaba para él , seco, parco , cara de orto , decían por ahí que tenía una familia en Chaco  , que una paraguaya había sido su gran amor , que lo enloqueció y lo peló para rajarse con otro, cosas que se dicen , en la calle todo el tiempo se dicen cosas , crecen historias , se multiplican los  mitos , es la diversión , el entretenimiento , el condimento de la espera . El Chirito,  un puto que se deja coger en los bosques por monedas, de gusto nomás,  es un especialista en historias, la Turca sabe que la mitad de lo que dice es mentira y la otra es inventado,  pero más de una vez  se sentaron una noche de lluvia torrencial en  el refugio de cemento, la parada del bondi y se pasaron las  horas  compartiendo una petaquita de whisky y cagándose de risa de  sus historias.
-Tendrías que haber sido escritor vos, Chirito,  te hubieras llenado de guita.
La Turca también tenía su hombre. Raúl. Era un morocho  grandote, buenazo, que la trataba bien, le daba los gustos y no la cuestionaba.  Raúl  tenía su familia, pero a la Turca no le importaba, ella nunca había querido tener pibes, ni mantener una casa, le gustaba la noche, se manejaba como pez en el agua  en la calle, no hubiera sabido qué hacer  encerrada entre cuatro paredes. Ella sabía que no lo tenía que joder, nunca llamarlo, ni que se esté muriendo,  y él siempre le cumplía. La levantaba de la calle, como un cliente más  y se la cogía toda la noche, como un cliente más, pero la Turca  se dejaba besar en la boca y acariciar  y todas esas cosas que por código propio no tenía permitido con los que garpaban. Es que con el Raúl había amor. A la mañana mateaban juntos, él siempre le traía las palmeritas que a ella tanto le gustaban de una panadería pituca de Florencio Varela y escuchaban música y miraban la tele, a veces una película,  almorzaban un asado apurado  en una parrilla improvisada que él armaba en el patio  y si llovía,ella se amasaba unos ñoquis caseros, de papa, con un tuquito para rechuparse los dedos. En ese momento, eran como cualquier pareja. Ella era feliz y gozaba, cómo gozaba en la cama con ese hombre. Siempre se acordaba de una gorda vieja  que la había ayudado a arrancar,   hace como mil años, que le enseñaba cómo cuidarse, cómo cobrar, cómo salir rajando si algo se ponía feo  y le decía:
- Con los clientes nena, nunca pero nunca, ¿me entendés? Ni besos, ni caricias ni orgasmos. Pagan por estar un ratito metidos ahí abajo, hay que bajarles la leche  nomás, no hacerlos sentir bien.
Y ella aprendió y cumplió  y claro que le sirvió esa lección:“los tres principios inviolables de una puta” , lo único inviolable de una puta,  se lo contaba siempre así , cagándose de risa  a  las nuevas , a las pichoncitas que enseguida se entusiasmaban con mentiras , con huevadas que les hacían perder la cabeza que es peor que  el cuerpo .Pero un día sucedió la desgracia . Fue un fin de semana, uno más, nada especial, seis, siete clientes. El último, un pendejo, bastante limpio, hasta se diría correcto, educado. Pagó bien, sin chistar, sin regatear  y tampoco pidió nada raro, no era un enfermito  de esos  que quieren asquerosidades, quería garchar nomás ,como buen cristiano. Y todavía hoy,  tanto tiempo, todavía hoy,  a la Turca cuando se acuerda, se le enturbia la mirada, no sabe cómo fue que pasó. Hasta lo convenció  de ir al telito ese, a la vuelta del diagonal,   donde por cada cliente que llevaba le daban una comisión, todo parecía como de costumbre, ¡qué se iba a imaginar! ,  si arrancaron como siempre , sin mucha vuelta , derecho al grano , ¿y el flaquito? ¡qué iba a sospechar ella! , si  era uno del montón , tampoco la tenía demasiado grande , no sabe, no se explica la Turca  en qué momento su cuerpo la abandonó, la traicionó  y empezó a sentir por debajo del ombligo un calor que la quemaba  y un sudor frío  le corría por la espalda y las nalgas y le empapó la parte de atrás de las rodillas  y todo adentro eran hormigas  y los piecitos  le empezaron a temblar , se le enroscaron los dedos de los pies  y sin quererlo , sólo abrió la boca para respirar y exhaló un gemido largo, profundo , animal . Acabó  con todo el cuerpo  estremecido  y el jadeo de una hembra en celo  aleteando en la garganta.
El joven sonrió y ella lo odió.
El se bajó de encima,  de su cuerpo crepitante, se puso los pantalones, se vistió  y le dio las buenas noches, abrió la puerta de la habitación y se fue.
Ella se sentó en el borde de la cama, también se vistió, lentamente. Abrió su bolso, encendió su celular. Eliminó los dos mensajes de Raúl, eliminó a Raúl, tomó un camino  diferente  hacia su casa, bien alejado de su parada.

Dos travestis  se la cruzaron  a mitad de camino  y la increparon  , dispuestos a cagarla a palos  por pisar su territorio,   pero se dieron cuenta que andaba  con la mirada perdida , preguntando dónde se podía denunciar  un robo , el robo  de lo único  que  le quedaba. 

2 comentarios:

  1. ¡Excelente, Roxana! Me encanta tu prosa, el lenguaje, el amor al personaje. Lo he disfrutado mucho.

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    1. gracias por tu tiempo de lectura y tu comentario , está bueno poder llegar con nuestros escritos mientras seamos inéditos!

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