de Roxana D’Auro
La tradición andina indica que en un canastillo trenzado, y envueltas
en vellones de lanas de colores, se acomodan las figuritas de estaño.
Una tortuga para la
longevidad.
Un búho para la sabiduría.
Un ídolo para la
espiritualidad.
Un sol para la abundancia.
Y una pareja copulando.
Margarita aprendió eso, desde pequeña.
Sabía que era una buena manera de atraer
lo que faltaba.
Y a ella, le faltaba un hombre. Ni
siquiera un amor, no, un hombre, con
olor a hombre, con piel dura de hombre, con la tosquedad y el apuro.
Por eso, en su canastillo, coleccionaba
varones de estaño, sólo varones; no le interesaban ni la inteligencia, la sabiduría,
ni siquiera las riquezas, ella sólo quería
eso: sexo, machos.
De alguna manera se sabía incompleta y encontraba que todo lo que en ella
era pequeño, suave y redondo, en el hombre
era contundente, abrupto, tenía
una violenta presencia.
En su colección, las figuritas no
superaban el largo de su dedo meñique, pero en esa mínima representación, cada
uno de esos varones ostentaba escandalosas vergas.
Algunas figuras eran solamente un falo, con unas líneas que insinuaban un rostro .Esas
eran las que más le gustaban, en todo lo demás los hombres son iguales a las
mujeres: dos brazos, dos piernas, lo que
le importaba era el falo.
Tenía una que le gustaba
particularmente, un varón recostado con
el torso inclinado sobre su propio sexo, abrazándolo, apenas pudiendo por su diámetro exagerado, sosteniéndolo como si fuera un cañón.
Todas las noches Margarita se masturba frenéticamente frente a las figuritas , pidiéndole a sus
ancestros , regando la tierra , envuelta en sudor , atormentada por el deseo
de esa porción de carne que se agiganta y encoge.
Y se queda dormida, así, todas las
noches, despatarrada.
Y despierta, al día siguiente, esperando que algo suceda.
Hay noches en las que sueña. En
algunos de sus sueños, esos varones de
estaño toman vida y en las manos de Margarita,
ansiosas, el metal frío se transforma en masa caliente.
Margarita toca, palpa, huele, roza, anhela.
Y un día a la mañana, cuando despierta, ve
que le ha crecido un pene entre las piernas.
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