de Casper Uncal
A
su debido tiempo
Fueron
llegando al Templo
Con
sus armas aquellos
Llamados
en secreto:
El
Joven padre-Oso
Con
su maza en el hombro
Cubierto
con su manto
De
una piel de oso pardo.
El
Nuevo MaestreZorro
Con
un brillante gorro
De
raposa plateada
Y
su delgada espada
El
Astrólogo Heleno
Dudando
hasta el momento
De
atravesar la entrada
Si
sumará su daga.
La
Amazona y su perra
Con
los brazos y piernas
Protegidas
con cuero
Y
con su carjac lleno.
La
blonda Castellana
Con
su adornada espada
Y
brillante armadura
Como
de plata pura
Y
la doncella Mora
Con
negras y amplias ropas
Y
en una austera vaina
Su
vieja cimitarra
Estábamos
adentro
Esperando
el encuentro
Con
los hábitos puestos
y
el ánimo dispuesto:
El
sabio prematuro
De
manto gris oscuro
Y
su triple ballesta
Con
las flechas ya puestas
Yo
el hábito castaño
Gastado
por los años
Y
aquel bastón de fresno
Con
el estoque dentro
Ya
estaban trabajando
Desde
hace un largo rato
Los
miembros convocados
Por
el oscuro mago
Dos
jóvenes Artífices
Creadoras
de difíciles
Objetos
de asedío
De
ataque o defensivos,
Con
delantal y guantes
De
cuero y sus bolsillos
Con
clavos y martillos.
Dos
héroes veteranos
Vinieron
con el mago
El
llamado Baqueano,
Explorador
del llano,
Que
a los Originarios
Combatiera
en sus años.
Y
aquella religiosa
De
plegarias piadosas
Llevando
su fervor
Al
reino del horror.
Y
dos figuras blancas
De
túnicas holgadas,
Que
llevan una caja
Larga
y muy bien sellada.
Nos
dijo el Nigromante:
“A
ellos dos no les hablen
Pues
tienen un arreglo
Conmigo
en todo esto:
Si
llegara el momento
Pondrán
sus instrumentos
Y
todo su talento
Para
servicio nuestro”
Notamos
en silencio
Que
eran miembros del gremio
De
los disecadores
Y
empañó los humores
Percibir
la latente
Presencia
de la muerte.
Así
llego la gente,
Los
selectos valientes,
A
conocer la Puerta
Que
antes nunca fue abierta.
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