de Casper Uncal
El
viejo Padre-Oso, el Venerable
Primer
sacerdote de la Arena
Donde
tigres dientes de sable
Hubo
alguna vez, en vez de hienas
Su
tiempo, ya mítico y remoto,
Conocieron
los héroes fundadores,
Que
luego faltaron a sus votos
Por
la edad, por el lucro o los dolores.
Volvió
ese oso gris de su sueño
Cuando
supo que otro oso, un oso negro,
Acabó
proclamándose el dueño
De
la Arena de mortales juegos
Junto
a un zorro rojo como el fuego.
Y
nombró el Padre-Oso un oso pardo
Un
Joven Padre-Oso sano y fuerte
Y
otro MaestreZorro, uno plateado
Porque
estos roles debe haber siempre
Que
al ritual del Círculo de Arena
Mantengan
en un sano equilibrio:
Enfrentando
a las hambrientas Fieras
Con
héroes que se den en sacrificio.
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